La Falla Carteros -Litógrafo Pascual y Abad Cruce Primero de Mayo cambiará de casal, tras las contínuas denuncias de ruido. Y lo hará por Beatriz. El Centro de Mediación del Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Valencia ha logrado este acuerdo entre la comisión y Jesús Marcos, el padre de una niña con cáncer harto de clamar «contra la contaminación acústica». Aunque ninguna de las partes quiso desvelar ayer la solución alcanzada, amparándose en la confidencialidad de lo pactado, este periódico pudo confirmar que habrá traslado de local en el tiempo necesario para ello. Seis sesiones, entre el presidente de la falla, José Miguel Arnedo, Jesús Marcos y los mediadores „ a lo largo de tres semanas„, han sido suficiente para cerrar un conflicto que amenazaba con enquistarse. «La mediación está en auge porque a través de personas imparciales se busca una salida que no desgaste emocionalmente», explicaba ayer Federico Esteve, arquitecto técnico y mediador civil- mercantil.

La solución final, calificada de «sorprendente» por quienes han podido conocer sus detalles, se alcanzó tras trabajar con todas las opciones posibles. Al no recurrir a la vía judicial, además de acortarse los plazos, el proceso también acaba siendo más económico. En este caso, sin embargo, el Centro de Mediación ofreció sus servicios de forma gratuita para darse a conocer. La familia de Jesús Marcos denunció hace casi dos meses estar pasando «por un infierno» desde mayo del año pasado, cuando al drama de una hija de dos años a la que diagnosticaron un cáncer en el hígado con metástasis en los pulmones, se sumó la imposibilidad de poder garantizarle descanso. El bajo de la agrupación fallera, colindante con la vivienda familiar, se convirtió en una fuente de sonidos insoportable para Jesús y Celia, padres de Beatriz, que ahora se recupera de la intervención quirúrgica a que fue sometida hace poco en La Fe. El tema llegó hasta la Delegación de Incidencias de Junta Central Fallera, que requirió a sus directivos.

La comisión pasó a su local actual hace apenas un año, pero en breve iniciarán otra mudanza. Aunque no existe obligación legal de hacerlo, invirtieron unos 7.000 euros en insonorizar poco a poco el recinto, aseguran. «Estamos las dos partes contentas», apuntaba Arnedo a Europa Press, además de hacer una defensa cerrada de las fallas. «No son discotecas», aseguró para incidir en que el casal es un punto de encuentro y diversión donde celebran sus reuniones y «juegan partidas». «No somos ningún demonio», reiteraba, como ya hicieran en su día otros responsables de la Falla Carteros, para recordar que han realizado distintos actos solidarios sin otras quejas vecinales.